“Historia (Inquiry); so that the actions of people will not fade with time.”

Herodotus
The Histories of Herodotus of Halicarnassus


"That is war... To defeat foes in the name of a country. The states affairs of the enemy are inconsequential."

-Marco
Radiant Historia (videogame)


"The Wheel of Time turns, and Ages come and pass, leaving memories that become legends. Legends fades to myth, and even myth is long forgotten when the Age that give it birth comes again."

-Robert Jordan
The Wheel of Time


"Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that as Plato had imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon giveth his sentence, that all novelty is but oblivion."

-Francis Bacon: Essays LVIII.
(Epígrafe en "El Inmortal" de Jorge Luis Borges)

"¿Y a mí qué me importa el futuro? Sin duda, Seldon lo habrá previsto y se habrá preparado para él. Llegarán otras crisis en el futuro, cuando el poder del dinero esté tan muerto como fuerza histórica como lo está ahora el de la religión. Que mis sucesores resuelvan sus problemas, como yo he resuelto el nuestro."

-Isaac Asimov

Los príncipes comerciantes

Fundación



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sábado, 3 de marzo de 2012

Purgatorio Borinqueño -Poesía-


Soplan los vientos contra la quilla

de una calavera rezagada en el mar,

cargando como único tripulante

a un conquistador de allende el mar.



Naufraga el navío a unas costas desiertas,

donde el viento deja de soplar,

se siente fuego en el ambiente,

se siente que el cielo quiere llorar.



Desciende don Guillermo del Ocaso

a tierra firme con pisada singular,

siente su peso más liviano

siente que la arena lo quiere devorar.

                             

Observando el espeso follaje

que sobresale de tierra adentro

donde nunca el astro eterno

perturba el mal  ni su centro.



Las sombras se hacen a la vista,

un oscuro ejercito de seres que ya no conquistan,

almas perdidas, desesperadas…

Almas que han sido despedazadas.



-¿Dónde me encuentro?- preguntó don Guillermo,

-qué lugar es este que se asemeja al que vuelvo.-

Las sombras se acercaban, susurrando:

-esta es Borikén, tierra de todo lo imperecedero.



Aquel hidalgo, estaba anonadado,

observaba las sombras, las almas del pasado.

Se escucha un estruendo,

-se acercan los amos de este purgatorio.



Huyen despavoridas las almas desgarradas,

se ocultan en el bosque, tras la piedra,

donde no los vea nada, desde el páramo,

desde la playa, una envenenada hiedra.



Una legión de criaturas, parecidas a las talladas

en las rocas, por indígenas sin nada,

dioses y demonios del purgatorio borinqueño.

-¡Ahí está Juracán, con su mirada anclada!



Cemíes se acercan como gusanos,

sus rostros enjutos y estilizados,

devorando la carroña que van dejando

las almas en pena que van vagando.



-¿Quién es el recién llegado? –pregunta el dios

de ojos de marfil y dientes de oxidiana.

-El es don Guillermo del Ocaso –responde un lacayo,

-un asesino entre taínos a los que usa como diana.

  

La cólera del dios se hizo grande y catastrófica,

el fuego se hizo hielo, y los gritos fueron ruegos.

El viento arrasaba todo a su paso, la sangre derramada,

provocaba ira al demonio de mirada fría como témpanos.



Don Guillermo del Ocaso, el hidalgo expatriado,

del mundo de los vivos, al abismo del pecado,

huyó despavorido hacia el bosque.

¡Pues bienaventurados son los que huyen al ver el diablo!



Tras él, un ejército de cemíes rastreros, se acercaba,

el campo de batalla no era más que un terreno

lleno de sombras de muerte y espíritus en duelo

que buscan expiar las lágrimas en el suelo.



-¿Qué cosas son esas que siguen mis pasos?

-grita al bosque el hidalgo.

-Son las almas vengativas de los caciques asesinados

- le responde el dios-, que tú y tu gente mató sin retrasos.



El hidalgo resbala y cae entre dos peñascos.

Los cemíes carroñeros se abalanzan a sus costados,

 le muerden, le cortan, y le dejan desangrando como a un cerdo

para que viva el suplicio y el dolor de un cristiano partido en dos.



-¡No temas a la muerte!- le grita la voz de aquel dios,

-pues tu ya eres de ellos. ¡No temas a la vida!

Porque ya no eres un tormento en el mundo para ellos.

Siente ahora el dolor de perder la batalla y todos tus duelos.



Entonces aquel hidalgo, dolorido,

acongojado, enlutecido y cortado,

alzó su rostro al firmamento de los dioses borinqueños,

abrió los ojos y sintió la furia de Agueybaná y Guarionex,



soltó un alarido que llenó de estrellas el firmamento,

y desgarró el llanto de Turey[1].   
                                                              



[1] Palabra Arauca que significa: cielo.

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