“Historia (Inquiry); so that the actions of people will not fade with time.”

Herodotus
The Histories of Herodotus of Halicarnassus


"That is war... To defeat foes in the name of a country. The states affairs of the enemy are inconsequential."

-Marco
Radiant Historia (videogame)


"The Wheel of Time turns, and Ages come and pass, leaving memories that become legends. Legends fades to myth, and even myth is long forgotten when the Age that give it birth comes again."

-Robert Jordan
The Wheel of Time


"Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that as Plato had imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon giveth his sentence, that all novelty is but oblivion."

-Francis Bacon: Essays LVIII.
(Epígrafe en "El Inmortal" de Jorge Luis Borges)

"¿Y a mí qué me importa el futuro? Sin duda, Seldon lo habrá previsto y se habrá preparado para él. Llegarán otras crisis en el futuro, cuando el poder del dinero esté tan muerto como fuerza histórica como lo está ahora el de la religión. Que mis sucesores resuelvan sus problemas, como yo he resuelto el nuestro."

-Isaac Asimov

Los príncipes comerciantes

Fundación



©William Rosado Ocasio, 2012-2016
Prohibido el uso de cualquier material escrito en este blog para fines comerciales o lucrativos sin el debido permiso del autor.

lunes, 12 de marzo de 2012

El Respiradero -Cuento-

Este cuento es parte de la antología de cuentos El Ático Subterráneo y otros cuentos, disponible en Amazon para todo el mundo. Si te agrada este cuentos toma el tiempo de decidir si quieres conocer otras historias de fantasía y ciencia-ficción.

Amazon US
Amazon España
Amazon México

-El aire era completamente raro por todas partes y el calor sofocante no ayudaba a calmar el desespero colectivo de la población que constantemente le exigían sus gobiernos una mejor calidad de aire para llevar un ritmo normal, lo que de esa forma aumentaría su productividad en las súper ciudades sobrepobladas de seres humanos.  Afortunadamente  los gobiernos habían legislado e impuesto leyes que controlan la natalidad, ya que el aumento de la población había supuesto un aumento en las áreas de vivienda, lo que concluye en la destrucción masiva de los bosques, junglas, selvas tropicales, sabanas, desiertos, y hasta arrecifes en los que se construyen enormes condominios de lujo donde habitan los propios legisladores, gobernantes y aristócratas contemporáneos ansiosos por cazar ballenas, práctica que se volvió legal cuando la mayoría de los mamíferos y ovíparos perdieron sus hábitat y produjeron la extinción en masa de cientos de especies comunes. Todo el mundo está cubierto por una sábana gris de dióxido de carbono de los automóviles a base de los últimos abastos de petróleo. Y es así como comienza el final…

El anciano hizo una pausa. Tomó de la mesa una taza rota de té, y la llevó a sus arrugados labios mientras sus pequeños ojos intentaban observar el remanente de lo que parecían hojas molidas colarse hacia su boca. El otro hombre frente a él lo observaba con una fascinación casi inocente mientras jugueteaba con el exceso de hojas molidas que había sobre la cuchara agujereada con una mano. Con la otra mano se arreglaba de vez en cuando la mascarilla de oxigeno por su problema pulmonar. Observaba constantemente el costoso reloj de pulsera hecho en oro con incrustaciones de distintos diamantes y distintos trozos de madera de arboles extintos.

-Es una historia fascinante- le dice el hombre con simpatía, -pero mi interés es la preciosa posesión que usted oculta tan celosamente del mundo entero. Esa enorme arquitectura creada por la fallecida madre naturaleza. Ese ostentoso y verde árbol que le brinda aire puro a su persona sin necesidad de utilizar uno de nuestros respiradores.

El anciano soltó una tenue carcajada mientras colocaba sobre la mesa la taza vacía. –¿Una historia fascinante? Si, tal vez. Pero muy cierta también. El mundo continúa girando sin necesidad de sus verdes pulmones; la tierra ya no es tierra, es lodo radioactivo, desechos tóxicos, pequeños manojos de cianuro que al simple tacto quema las huellas dactilares de las manos. ¿Usted pretende que yo le muestra el vestigio de la decadencia? ¿Quiere conocer los últimos latidos de este mundo?

El hombre sin pensarlo y cambiando su mirada por una de deseo respondió –Si, deseo ver el último árbol de este planeta.

-¿Está usted tan seguro de que tal árbol existe? ¿Cómo no dudar de la veracidad de las palabras sin evidencia suficiente? ¿Cómo creer un chisme que se ha regado como la pólvora con tanta facilidad?

El hombre no dijo ni una palabra, solo levantó su mano derecha con gesto firme y señaló el respiradero que conecta a todos los hogares, y edificios del país para respirar un solo aire, el aire de la compañía del mismo hombre que señalaba la marca de su poder sobre la humanidad.

-¿El respiradero? La infernal máquina que zumba sin cesar, es peor que el tic tac constante que escucho. No amigo mío, no necesito de aire para respirar, ni alimento para comer, si luz para vivir ni agua para no morir de sed…

El anciano se mantuvo en silencio unos segundos y continuó hablando- Este no es el mismo planeta de hace cien generaciones atrás. Ya nada es verde, todo es gris y negro, lo verde se convierte en exótico para las personas como usted. El árbol que busca es una metáfora de la vida perdida, de aquella nimia inocencia que mantenía el balance entre lo que es correcto y lo que es verdad. Mírese a usted, un hombre a la mitad de su vida con problemas respiratorios que lo obligan a vivir conectado a una maquina con miedo a un pequeño cambio en la energía de la batería que en estos momentos sustenta su sistema. ¿Será la batería lo suficientemente nuevo? ¿Estará demasiado usada como para sostener todo el tiempo que he perdido hablando con este anciano? Muchas cosas se preguntan los humanos sobre el origen y significado de la vida, muchos persiguen la eternidad de las palabras vacías para encontrar que todo era un espejismo de la belleza del lenguaje… Eternidad, que hermosa palabra, tan hermosa que ha decorado mi última oración como un árbol. La estética del leguaje que ya no existe en este tiempo, en este instante. Todos van directo al grano, por eso ya no se imprimen novela sino manuales de uso, ya no se escriben cuentos sino memorandos constantes, no se redactan poemas sino enormes fotografías del pasado ya perdido e inalcanzable, y las del presente carentes de sentimiento alguno.

El hombre comenzaba a perder la paciencia con el anciano, odiaba que la plebe se regodeara con cursilerías obsoletas. -¿Existe?- preguntó casi pronunciando cada sílaba. -¿O no?

-Todo depende de quién lo busque y para qué- dijo el anciano. Sin decir nada más, el anciano se se puso de pie y recogió las tazas de té para dejarla sobre otra mesa. 

-Por favor, debo insistir una última vez, entrégueme el árbol. Usted puede fanfarronear todo lo que quiera, pero si no existe, de dónde saca las hojas con las que prepara su té.- El hombre había perdido la paciencia y había sacado de uno de sus múltiples bolsillo una pistola antigua y cargada.

-Usted viva con sus respiraderos artificiales, yo continuaré viviendo como me fue encomendado con mi árbol. Todos tenemos lo que necesitamos, y usted no necesita lo que quiere.- El anciano se dio la vuelta y vio al hombre apuntándole con la pistola, y sin otra respuesta o juego de palabras le dijo al hombre -¡Fuego!

Y una chispa saltó de la pistola y a una velocidad casi imperceptible una bala traspasó la cabeza del anciano, dejando una enorme mancha roja sobre la pared del fondo de la pequeña estancia. El cuerpo se desplomó instantáneamente, y del agujero en la cabeza continuaba saliendo sangre, una sangre transparente con un leve tono rojizo que alarmó al hombre que aun apuntaba con la pistola a la pared. El hombre intentó ponerse en pie para acercarse al cuerpo inerte. Luego de un minuto lo logró y caminó con parsimonia al cuerpo, aunque su rostro no sabía que esperar y las muecas faciales cambiaban en cuestión de segundos.  El hombre había matado a muchas personas, estaba acostumbrado a lidiar con casos como este. Mientras caminaba sacó de otro bolsillo algo pequeño que cabía en la palma de su mano. Usualmente el hombre tenía algún artilugio mecánica que incluía una cámara, y las fotografías de cuerpos muertos posando sus muertes se habían convertido en su secretos trofeos. Pero este cuerpo, el cuerpo del anciano en específico no se le antojaba fotografiable. Más que algo que alguna vez pudo haber tenido vida y alma, parecía un muñeco roto, uno de los tantos androides que decomisa diariamente su compañía. Recordó las palabras del anciano criticando la fotografía y cierto malestar biliar se impuso en su cuerpo. 

El hombre se inclinó hasta el rostro del anciano, observó la herida supurando y comprendió porque la imagen se le antojaba artificial.

-¡Pero si es un androide!- dijo el hombre demasiado exaltado, tanto que la mascarilla saltó de su rostro y cayó sobre el cadáver mecánico y se manchó con la sangre que el hombre pudo identificar como aceite.

El hombre estiró su brazo para tomar la mascarilla, no tenía aire, se asfixiaba lentamente. Pero su mano nunca alcanzó la mascarilla, pues la mano del anciano/androide la sujetó, la apretó con fuerza y la lanzó lejos.

-¿Quiere usted el árbol?- dijo el anciano con una voz casi metálica y temblorosa. -Todos tenemos el árbol dentro de nosotros. El árbol de la vida y de la muerte, los respiradores naturales que crecían en este planeta, la esperanza ya perdida del hombre tecnológico. Un respiradero artificial, una cámara para conservar el rostro de la muerte al alcance de la mano, el horror de vivir sin acción y morir en vano sobre una cama en paz, la pericia y rapidez de un flash aire clic vacío.-Estiró su mano y tomó la cámara de la mano del hombre asfixiado.

El hombre en los últimos cuarenta segundo intentó preguntar -¿El árbol? ¿Dónde está el árbol? ¿Qué ocurre aquí? No hay aire, no hay ni una gota de oxígeno.- Y cinco segundos antes de desvanecerse en el sueño de la muerte comprendió lo que debió entender cuando vio el cadáver. –No árbol ni aire ni fotografía ni vi…
Lo último que vio y escuchó fue el fogonazo lumínico de la muerte y el clic apagado de la vida.                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario