“Historia (Inquiry); so that the actions of people will not fade with time.”

Herodotus
The Histories of Herodotus of Halicarnassus


"That is war... To defeat foes in the name of a country. The states affairs of the enemy are inconsequential."

-Marco
Radiant Historia (videogame)


"The Wheel of Time turns, and Ages come and pass, leaving memories that become legends. Legends fades to myth, and even myth is long forgotten when the Age that give it birth comes again."

-Robert Jordan
The Wheel of Time


"Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that as Plato had imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon giveth his sentence, that all novelty is but oblivion."

-Francis Bacon: Essays LVIII.
(Epígrafe en "El Inmortal" de Jorge Luis Borges)

"¿Y a mí qué me importa el futuro? Sin duda, Seldon lo habrá previsto y se habrá preparado para él. Llegarán otras crisis en el futuro, cuando el poder del dinero esté tan muerto como fuerza histórica como lo está ahora el de la religión. Que mis sucesores resuelvan sus problemas, como yo he resuelto el nuestro."

-Isaac Asimov

Los príncipes comerciantes

Fundación



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martes, 28 de febrero de 2012

I.“The Pedestrian” en contexto del Flâneur, el Televisor, su Contraparte Televisiva y el Castigo Social -Ensayo-

Esta es la primera parte de mi tesina de bachillerato del programa de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras para el curso de "El Cuento Moderno". En ella utilizé tres cuentos del reconocido escrito de ciencia-ficción Ray Bradbury, de su libro Las Doradas Manzanas del Sol (The Golden Apples of the Sun). Esta primera parte es sobre el cuento "The Pedestrian". Aquí se los dejo; si desean conocer el resto de este trabajo dejadmelo saber por medio de sus comentarios. 

©William Rosado Ocasio, 2011
Prohibido el uso de este trabajo para fines comerciales o lucrativos sin el debido permiso del autor.


“Was that a murmur of laugher from within a moonwhite House?

 He hesitated, but went on when nothing more happened. He

 Stumbled over a particular uneven section of sidewalk. The

 Cement was vanishing under flowers and grass. In ten years

Of walking by night or day, for thousands of miles, he had

Never met another person walking, not once in all time.”

                                                            -Ray Bradbury, “The Pedestrian” (815)

          El reconocido critico Harold Bloom comienza su libro de recopilación de artículos (de distintos autores) sobre Ray Bradbury con una nota que puede ser un poco desalentadora pero que en cierto punto refleja la realidad de su escritura, y hasta cierto punto (en mi opinión) muestra la inhumanidad de la humanidad dentro de los personajes de Bradbury: “Bradbury indeed is one of the masters of science fiction and fantasy, and he is highly inventive and humane. His palpable failure is in style: his language is thin, and his characters are names upon the page.” (Bloom 1). Claro que Brabdury seguía la fuente popular literaria de su generación, la ciencia ficción, pero de entre todos los autores del género que surgieron como Isaac Asimov, H. G. Wells, C. S. Lewis, Jules Verne, entre otros, que tenían una característica mucho más compleja y verdaderamente científica dentro del género, Bradbury nos cuenta historias de ciencia ficción sin detalles técnicos, nos muestra un futuro de cohetes y maquinas que al final acabaran con nosotros y con los estilos de vida más tradicionales. La lectura es uno de ellos, al igual que el pasearse por la ciudad, pues todo esto sería considerado retrograda como si alguien en tiempos presentes pretendiera formar nuevamente la inquisición para perseguir a los judíos o a los musulmanes y quemar libros que no les parecen corrector. Es casi el retorno de un culto religioso de adoración a la máquina que te brinda comodidad y peligro al mismo tiempo.

            Comenzaré con el cuento “The Pedestrian” que cuenta sobre los paseos nocturnos que suele dar por la ciudad el señor Leonard Mead mientras el resto de la población se encuentran reunidas en sus hogares observando el televisor. Suena algo pintoresco escucharlo, puesto que hoy día vivimos parte de esa realidad, que hace casi sesenta años Bradbury lo describiera no debe sorprendernos que el televisor se convirtiera en uno de los artefactos domésticos principales del ser humano. Leonard Mead es un caminante o paseante habitual, es lo que Baudelaire llama el flâneur, aunque si vemos bien en palabras de Domingo Faustino Sarmiento:

El español no tiene palabras para indicar aquel farniente de los italianos, el flaner de los franceses porque son uno u otro en su estado normal. […] El flâneur persigue también una cosa, que el mismo no sabe lo que es; busca, mira, examina, pasa delante, va dulcemente, hace rodeos, marcha y llega al final… a veces a orillas del Sena, al bulevar otras, o al Palais Royal con más frecuencia. (en Monteleone 79).

Es también curioso que el flâneur no es únicamente un caminante que observa, sino que en palabras de Walter Benjamins:

Es la mirada del flâneur, en cuya forma de vida todavía se asoma con un resplandor de reconciliación la futura y desconsolada forma de vida del hombre de la gran ciudad. El flâneur está a un en el umbral, tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. […] En ninguna de ellas se siente en casa. Busca su asilo en la multitud. […] La multitud es el velo a través del cual la ciudad habitual hace un guiño al flâneur, como si se tratase de una fantasmagoría. (Pasajes 45).

Posiblemente cuando comparamos que Leonard Mead se pasea solo mientras que el flâneur se pasea entre la multitud vemos el paralelismo de ambas figuras. Mead busca lo mismo del flâneur, que el flâneur busca de la multitud, busca la compañía en la soledad de la calles, pudiese sonar contradictorio pero el flâneur se pasea entre la multitud intentando encontrar la compañía sabiendo que no va a encontrar nada al igual que Leonard Mead cuando se pasea por las calles vacías en la noche y como en la cita introductoria de este ensayo nunca en todos los años de caminar en la noche se ha encontrado con otra persona. Es una sociedad tan idealizada que el único caminante de la ciudad se pasea en la soledad, acompañado por las aceras vacías y las carreteras libres de vehículos porque la población tiene otro medio de relacionarse muy particular que posiblemente un Baudelaire con su flâneur parisino no hubiese imaginado. Cuando comparamos el cuento con el episodio de la serie televisiva The Ray Bradbury Theater nos encontramos con la misma idea del caminante, pero esta vez el caminante no va solo sino acompañado de un amigo al que convenció, otro aspecto diferente es el de la ilegalidad de su salida nocturna ya que por ello pueden ser arrestados, además de que curiosamente siendo a única supuesta patrulla de toda la ciudad (en el cuento la patrulla es un automóvil y en el episodio un helicóptero, ambos automatizados) siempre dan a parar con ellos, algo que en el episodio es poco creíble (más adelante continuaré hablando sobre la patrulla). El flâneur toma otro concepto en el episodio, pues ya esa soledad, ese compartir con otros caminantes se hace posible al Mead trasmitirle su ideal a su amigo, de pasearse y observar el paisaje, de lo que Benjamins tiene algo que decir al respecto: “El habitante de la ciudad, cuya superioridad política sobre el campo se expresa de múltiples maneras en el transcurso del siglo, intenta traer el campo a la ciudad. La ciudad se extiende en los panoramas hasta ser paisaje,[…].” (Paisajes 40). En el episodio el enfoque de la salida nocturna son los paisajes a diferencia del cuento en el que el enfoque es mas el de caminar por la ciudad vacía y la fuerte crítica al televisor.    

El televisor vino a substituir la soledad colectiva que existía entre las personas de la muchedumbre de la urbe por una soledad individualizada, puesto que las personas ya no tienen que abandonar del todo sus hogares para conocer que ocurre en el mundo. Aunque si puede congregarse un grupo de individuos junto al televisor, la experiencia se vuelve una personal ya que cada individuo puede recibir la información de manera distinta y trasmitir a su vez algún descontento porque otro individuo no haya visto o percibido lo mismo que él, lo que convierte al televisor en una nueva fuente de ambigüedad. Leonard Mead dice en “The Pedestrian”:

‘Hello, in there,’ he whispered to every house on every side as he moved. ‘What’s up tonight on Channel 4, Channel 7, Channel 9? Where are the cowboys rushing, and do I see the United States Cavalry over the next hill to the rescue?’ […] ‘What is it now?’ he asked the houses, noticing his wristwatch. ‘Eight-thirty P.M.? Time for a dozen assorted murders? A quiz? A revenue? A comedian falling off the stage?’ (Pedestrian 815).            

El personaje de alguna manera se mofa de la actitud colectaba de la muchedumbre reunida frente al televisor, mientras él se pasea bajo el aire natural, ellos se encierran en la oscuridad de una soledad de falsa colectividad y ambigüedad, que produce malestar tanto entre las masas como en el individualismo.

In the U.S., the average person spends 40 percent of his/her free time attending to television at some level (Robinson and Converse 1972). The average American family's television set is turned on for about six hours per day. Ninety-eight percent of all households have television sets and 76 percent of the total population watches television on a given night during prime time (U.S. Bureau of the Census 1990). At the current rate of growth, there will be an average of two televisions per U.S. household in 1995. (Adams 118). 

El televisor tal y como ocurre en “The Pedestrian” se ha alojado en cada hogar de los Estados Unidos de América, con su programación y fácil entretenimiento induce de manera inconsciente al aquel espectador a sentarse y pasar horas muertas adquiriendo conocimiento que le puede ser de relevancia al individuo, como puede que no. Esto es lo que Edward Relph nos explica en la siguiente cita:

Mass media conveniently provide simplified and selective identities for places beyond the realm of immediate experience of the audience, and hence tend to fabricate a pseudo-world of pseudo-places. And someone exposed to these synthetic identities and stereotypes will almost inevitably be inclined to experience actual places in terms of them-a fact not missed by the developers of such real-life pseudo-places as Waikiki or Disneyland (1976, 58). (En Adams 121).     

Luego de todo esto aun tenemos por hablar del cuento el final, cuando Leonard Mead de regreso a su casa es detenido por el único vehículo policiaco de la ciudad. Con esto regreso a aquel punto que mencioné sobre las diferencias vehiculares entre el episodio y el cuento. Hablamos sobre como Mead es detenido por la policía automatizada (que no es controlada por ningún ser viviente a distancia sino por un robot) quien cuestiona a Mead sobre sus razones para estar fuera de su casa, a lo que sus respuestas parecen triviales a nosotros (“‘Walking for air. Walking to see’.” (Pedestrian 817).), pero es muy posible que para las leyes de esa distopía bradburiana fuera un crimen salir en la noche, el pensar fuera del parámetro social del momento. Foucault dice: “Para ser útil, el castigo debe tener como objetivo las consecuencias del delito, entendidas como la serie de desórdenes que es capaz de iniciar.” (Foucault 86). ¿El castigo para Leonard Mead? Muy simple, ser internado en el “Psychiatric Center for Reaserch on Regressive Tendencies”, ya que al no estar casado el conductor robótico no tiene forma de verificar su cuartada.(Bradbury 818). ¿Pero de que cuartada habla? Mead pregunta el por qué de su arresto y esa es toda la respuesta que le entrega el robot. ¿Es que caso se criminaliza a los seguidores de la “vieja escuela” (con ello me refiero a las personas que como Mead conservan costumbre del pasado)? ¿Se teme que la población siga su ejemplo y el futuro se vea detenido por una línea de pensamiento? ¿Existe la suficiente substitución de humanos por maquinas para que estas como las historias de Isaac Asimov [I, Robot] lleguen a razonar su posible desaparición si de alguna manera se comienza el desprendimiento de los equipos tecnológicos menores? Todo esto únicamente lo digo en el contexto del cuento ya que el final del episodio termina de forma distinta. El helicóptero puede ser claramente la idea que Foucault presenta como el panóptico (que también aplica a la visión del cuento en cuanto a las rígidas leyes y reglas que se tiene en las prisiones para el control total de los reos), un centro carcelario ideal que con una distribución arquitectónica especifica le permite al vigilante desde una torre en el centro observar a todos los prisionero:

Basta entonces situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un escolar. […] Tantos pequeños teatros como celdas, en los que cada actor está solo, perfectamente individualizado y constantemente visible. […]Cada cual, en su lugar, está bien encerrado en una celda en la que es visto de frente por el vigilante; pero los muros laterales le impiden entrar en contacto con sus compañeros. Es visto, pero él no ve, […]. (Foucault 204-205)

El helicóptero es la torre que todo lo observa en la ciudad, no hay nada que se le escape, apunta con su foco el punto especifico, de esta manera encuentran a Mead y Stockwell (que no aparece en el cuento) ocurre el mismo intercambio de palabras que en el cuento con la diferencia de la falta de emoción de Mead y sin cuestionar demasiado el por qué del arresto ya que el episodio tiende a ser más claro y nos muestra que el gobierno parece ser uno totalitario. Luego de toda una visión futurística de los cincuenta, de apreciar al flâneur como el poeta ambulante que es Leonard Mead, de apreciar el extraño castigo que sufre y la visión panóptica y ominosa de la sinrazón social de esta distopía solo queda pasar al siguiente tema y ver qué nuevo juego propone Bradbury.   

Referencias Bibliográficas:
1.      Adams, Paul C. “Television as Gathering Place”.  Annals of the Association of American
Geographers, Vol. 82, No. 1 (Mar., 1992), p.117-135 Taylor & Francis, Ltd. PDF. 28 de noviembre de 2011.
2.      Benjamin, Walter. Libro de los Pasajes. Madrid: Ediciones Akal. 2005. PDF. 10 de
diciembre de 2011.

3.      Bloom, Harold. Ray Bradbury. New York: Chealsea House, 2011. PDF. 10 de diciembre
de 2011.
4.      Bradbury Ray. “The Pedestrian”. The Golden Apples of the Sun. New York: Harper
Collins Publishers 2011. p.814-819.  Libro. 10 de diciembre de 2011.
5.      Bradbury, Ray. The Ray Bradbury Theater. Writers: Ray Bradbury & John Philip
Dayton. Director: various directors. Alliance Atlantis & Miracle Pictures Production, 2004. DVD.
6.      Foucault, Michael. Vigilar y Castigar. Argentina: Siglo XXI Editores, 1976.1era
reimpresión argentina, 2002. PDF. 10 de diciembre de 2011.
7.      Monteleone, Jorge. “Baldomiro Fernández Moreno, Poeta Caminante”  Cuadernos
Hispanoamericanos. Vol. 429. (marzo 1986) p.79-82.  Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. PDF. 10 de diciembre de 2011.


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