Cuando
llega un día como el de las primarias de un país y vemos que la mayoría de los
que se encaminan a votar por sus candidatos de preferencias son las personas de
la tercera edad y las de mediana edad debe de existir un grave problema. Es
bien sabido que la política es el deporte oficial de los puertorriqueño, pero
en el comienzo de la nueva década de 2010 a 2020 ¿Será posible que las nuevas
generaciones se alejen de las costumbre de sus antepasados? Con toda certeza (ya
que me considero uno más en este grupo) puedo responder que sí; ya no existe
aquella ilusión completamente cegadora de las campañas de Muñoz Marín, ni de
Ferré, Hernández Colón, Romero Barceló o Roselló. Con lo último me refiero a la
parafernalia de sus campañas políticas, la comunión entre seguidores de un
mismo partido como si fuese un culto religioso.
Vivimos en un mundo que se ha alejado de todo
eso y que ahora habita en las redes sociales sobre los escritorios. Otro punto
es la carisma de los candidatos (algunos con delirios hitlerianos de convertir
a esta pobre isla en el próximo Haití del Caribe a nivel de pobreza y erradicar
el pensamiento independiente de cada ciudadano con los delirios de dictador de
nuestros “líderes”) y el hastío del constante engaño de los gobernantes. Posiblemente
la mayoría de la población de las pasadas generaciones se recuestan demasiado
de que sus líderes tomen todas las decisiones (pues para eso fueron electos por
el pueblo), pero llega el momento de la próxima elección y elegimos a un
candidato peor por castigar al que se encuentra en el poder que no ha servido para
nada. ¿Qué clase de elección toman los electores? Es como el perro que brinca
de un agujero a otro; no hay forma de escape sencilla en la elección de un
candidato, la ineptitud es la ineptitud y esta no es candidata idónea para
gobernar el Caos de Puerto Rico. Se estanca la respuesta entre azules y rojos
porque han sido los más que han durado dentro del marco histórico del país;
esto es casi racista si lo vemos desde otra perspectiva, un racismo casi tan
ominoso como el de blancos y negros y con repercusiones igual de dañinas. Esta
posiblemente es una de las causas de que las nuevas generaciones no se ven tan
involucradas como las pasadas.
Tal
vez existe un aire de orden en el caos que se fortalece lentamente en las
mentes de los que estamos y solo esperamos que llegue el momento de destronar a
los poderosos y decadentes capitalistas con delirios de aristocracia
renacentista italiana. Para terminar con esta reflexión retorno a la pregunta
del título: ¿Es indispensable la política para gobernar el Caos? La respuesta
es compleja y varía de situación en situación, pero en general la política solo
como método de promoción ha perdido auge, ya el candidato no se vale de esta demasiado.
El nuevo método es la imagen pública en la prensa y el estribillo constante
cada vez que se expresan de sus acciones. Ahora, más tarde, el futuro dentro de
diez o veinte años tal vez lleve al movimiento político a una respuesta clara
sobre su estrategia repetitiva de apuñalar para ganar, tal vez nos deleiten con
conspiraciones novelescas como Agatha Christie o Sir Arthur Conan Doyle, tal
vez la tecnología avance lo suficiente para esperar que la ciencia ficción se
encargue del resto, pero de no serlo: ¿Estará la presente generación lista para
borrar los graves errores del pasado, o vivirá el ejemplo como una enfermedad genética
mientras continúe el mismo modelo social?
Mejor,
trabajemos desde ahora para la cura social de este Caos.
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