Puerto Rico es
la más pequeña de las Antillas Mayores, pero esto no significa que su población
sea mínima. Como habitante de esta isla caribeña puedo decir que el espacio no
es tan problemático como el nivel de vida que debemos llevar diariamente todos
los que habitamos en los últimos años. Las generaciones de mediados del siglo
pasado se pueden clasificar como una de las más grandes en cuando a tasas de
natalidad, los bien llamados “Baby Boomers” que surgen luego de la Segunda
Guerra Mundial acaparando más espacio y muchos más recursos de los usuales.
Muchos verán esta alza durante esos años como una bendición en cuanto a la
ayuda que podrían dar esos futuros ciudadanos en una época industrializada,
pero con el paso del tiempo la complejidad que acapara la mente humana y su
creatividad han llevado a crear un problema que afecta sustancialmente a las
últimas generaciones. Hoy día la mayoría de los trabajos realizados por varias
personas pueden ser hechos por una sola utilizando los avances tecnológicos que
han llegado a convertirse para nuestras generaciones (generaciones X, Y
y Z) en una espada de doble filo.
Hoy día hay gran
demanda en las carreras cortas como enfermería y paramédico, y esto tiene una
razón de ser lógica; si Puerto Rico a envejecido lo suficiente no es extraño
que la demanda en servicios de salud aumente por encontrarse con una población
de ancianos que reciben los beneficios de Medicare, Seguro Social y que al
mismo tiempo ocupan algún puesto de trabajo al que se niegan abandonar. Esto
último provoca que el empleo que pudo haberse dado a un joven que aspira a una
carrera universitaria (o que ya cuenta con una) se vea cuesta arriba. Esta
generación vive de dos cosas, de sus años de esfuerzo pagando el Seguro Social
y del esfuerzo que la mayoría de los trabajadores jóvenes de hoy día que pagan
a este sistema que puede ser posible, desaparezca para cuando nuestras
generaciones deban tomarlo debido a los déficits del sistema.
Nos dicen
nuestros padres: “Estudiar una carrera universitaria te garantiza un mejor
futuro”, pero ¿de qué futuro hablan? Si al terminar la carrera terminas
trabajando en un centro de comida rápida o peor aun sin encontrar empleo.
Posiblemente te digan que lo único que deja buenos ingresos es estudiar
medicina o leyes. La medicina hoy día para toda esa gran generación puede ser útil,
y las leyes también debido al alto nivel de población propensa a demandarse
mutuamente porque le cortaron una uña sin permiso; pero si todos estudiáramos
esas dos carreras tendríamos una alta población de hipocondriacos (mayor a la
que existe en el presente) y miles de demandas porque alguien me miró mal en la
calle. Esto sería como en la novela de José Saramago Las Intermitencias de
la Muerte que la muerte de cierto país desconocido se va de vacaciones y se
vuelve obligatorio hacerle funeral a los animales ya que ellos son los únicos
que continúan muriendo (impidiendo que las funerarias desaparezcan con esta
medida). De alguna manera puede que terminemos como en la isla de la novela Valparaíso,
el Magnifico de Elidio La Torre Lagares, desaparecida sin remedio alguno,
hundidos en el maremoto del masivo desempleo y pensamiento decadente.
El alza en el
desempleo no debería tomarnos por sorpresa sabiendo que los pensionados y
retirados no están tan retirados y continúan ocupando espacios que deberían beneficiar
a las presentes generaciones. La respuesta a esto se ve en la emigración casi
masiva de jóvenes profesionales de la isla, dejando a los “Baby Boomers” con lo
que aquí queda: una isla a punto de caducar.
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