Por William Rosado Ocasio
El
mundo es un escenario para que todo aquel que llegue pueda desenvolverse y
brillar con luz propia. En Puerto Rico hay muchas de estas estrellas; estrellas
caídas que por más que intenten subir no pasan del suelo. Cuando el año anterior
escuché la noticia de que Yanni venía a dar un concierto en vivo en El Morro,
me pareció una idea genial, no solo por ser una área de importante nivel histórico
en la isla sino porque también promueve lugares históricos. Todo estuvo
perfecto hasta que en la prensa informaron que dicho concierto se hizo pagando
varios millones de dólares al músico por parte del gobierno de Puerto Rico.
Ahora
vuelve a repetirse con el “partido amistoso” entre Puerto Rico y España. El
gobierno de Puerto Rico gasta el dinero que con tanto sacrificio generamos, en
costosos y estrambóticos eventos de los que no vemos ningún fruto en cuanto al
turismo. El turismo continúa igual, continúan llegando estadounidenses más
blancos que un papel en pantalones cortos y sombreros de ala ancha que se pasean
fotografiando hasta el perro que se sacude las pulgas. Durante años Puerto Rico
estuvo tan centrado en atraer al público del país del que somos colonia (o como
le llaman algunos “territorio no incorporado”) que ahora se ven en la situación
de atraer a los europeos a una isla que tiene una alta incidencia criminal, y a
la que para rematar quieren eliminar el derecho a la fianza (asumo yo para que
en un futuro no muy distante cuando intentemos abandonar la isla nos planten
drogas y nos encierren para que no podamos abandonar el tan amado/odiado
terruño borincano). La criminalidad aumenta, la corrupción aumenta, la
población envejeciente aumenta; pero el trabajo y las oportunidades de mejorar
al parecer hicieron un corte de pastelillo para no volver por estos lares.
Puerto
Rico es la isla que se perdió en la marea de la ineptitud tanto de aquellos
gobernantes inescrupulosos, como de aquellos habitantes acostumbrados al olvido
absoluto por parte de todos los sectores. Es como leí el 14 de agosto de 2012
un ensayo titulado: “Puerto Rico y Latinoamérica, una relación de identidad" y
del cual cito: “Así es como se ve Puerto Rico, como un país latinoamericano que
se encuentra de rehén por Estados Unidos, un país con el síndrome de Estocolmo,
el raptado que se ha enamorado de su raptor.” Parece no haber escapatoria de
todos los problemas de esta isla puesto que la costumbre hace que todo sea de
boca y no de hechos. Pero mientras el puertorriqueño continúe dejando a los
payasos del circo al mando, permitiendo que paguen millones por lo que a mi
parecer son eventos “flash” (al igual que una cámara te saca la foto, te
deslumbra por unos segundos el relampagueo de la luz y luego ni te importa)
terminaremos como el mito de la Atlántida: perdidos y mitificados en los libros
y cuentos que nos sobrevivan.
Para leer el ensayo que les mencioné en el último parrafo entren aquí: